Un espantoso estruendo se escuchó a las 3:30 de la madrugada en el centro y sur de Chile, después comenzó a transformarse en el movimiento telúrico más fuertes que hemos vivido en el siglo XXI aquí en Chile. El Terremoto, como se le llama a esta fuerza provocada por la tierra, que tuvo una magnitud de 8.8º es la escala de Richter causó gran temor y también grandes desgracias.
Estaba como si nada vagando en un mundo de mis fantasías como lo suelo hacer en las noches, ahora que no hay mucho que hacer, cuando comienzo a sentir una fuerza descomunal de la tierra, era como si la tierra gritara, gritara por dolor y sufrimiento. Cuando me percaté de lo imponente que venía bajé con los míos a lugares más seguros, no puedo describir con precisión, ni menos hacerlos sentir lo que yo sentí en aquellos instantes, ver los autos, las panderetas, las mismas casas, los árboles, y demases, moverse con esa intensidad y esa violencia me dejó casi atónita. Esos 4 minutos que aproximádamente duró el evento en cuestión, fueron eternos, sin duda aún recuerdo el desgarrador momento, el movimiento, y por su puesto su intensidad. Afortunadamente mi hogar no sucumbió a los hechos telúricos y se mantuvo en pie sin ningún tipo de rasguño, no mejor suerte corrieron algunas panderetas de los alrededores que dieron de lleno con el suelo.
No fue, sino hasta más tarde, cuando la mayoría de los asustados ciudadanos de Santiago descubrieron la gran magnitud del terremoto que nos había asotado en la madrugada. Ciudades completas bajo el mar, lugares y hogares, iglesias y fabricas se toparon de lleno con el suelo, grietas de enorme profundidad adornan ahora nuestras carreteras. A cada minuto aumentan las víctimas fatales, y para que decir de las personas damnificadas. Las réplicas continúan, la tierra aún no ha dicho la última palabra.

Chile, 27 de febrero 2010, sufrió una vez más los eventos de la naturaleza, un terremoto más en su historia, hay que avanzar, hay que seguir, hay que ayudar, hay que seguir siendo las personas que siempre hemos sido: Unámonos hoy más que nunca, no solo entre compatriotas chilenos, sino también con los distintos países que nos han ofrecido su ayuda, quiero decirles a ellos muchísimas gracias.

Y por último ¡Fuerza Chile!