El cielo gris aparece una vez más en el horizonte, no se quiere asimilar, no se quiere ver, se quiere tapar y esconder lo que de verdad debería ser visto por todos y deleitarse con el placer de observar las cosas con detenimiento y entendimiento. Una vez más el cielo estrellado es oculto por un manto gris y oscuro, donde la luz ya no pasa, sino, que es detenida por aquel manto grisáceo lleno de tristeza y pena.
Una vez más la verdadera cara de la verdad es oculta bajo un manto duro y frío, prepotente y estricto, las apariencias pueden más y te engañarán la mayoría de las veces; hay que saber ver el interior de las cosas y también saber que después de cada noche grisácea vendrá la noche en la que nos deleitaremos con la luna y las estrellas del universo y contemplaremos la verdadera belleza que es oculta por la gente que no aprecia lo que de verdad tiene delante de sus ojos.