Sin quererlo he vuelto a ser la niña que era antes, aquella que anhelaba el príncipe azul, a la que le gustaba llamar la atención, aquella que siempre andaba feliz por la vida sin importar lo que ocurriera, aquella que hablaba con todos aunque nisiquiera supiera de quien se trataba; he vuelto a ser aquella personita hiperactiva y dinámica que creí haber olvidado con los años, aquella personita que no adulteraba sus emosiones, solo las lanzaba a la vida y no le daba miedo, porque los que estaban con ella eran de verdad y no necesitaba ocultarse. Ahora el problema es si las personas con las que estoy ahora podrán sobre llevar aquel cambio, ya que no todos son los mismos de antes, hay gente nueva, como también se mantienen las amistades de la infancia, ellos estarán felices.
Lamentablemente no todo es felicidad para un niño, cuando no consigue lo que quiere se frustra y esa es la sensación que ahora poseo, ya que no tengo en este momento a personas a mi alrededor y eso hace que me sienta sola y por ende frustrada.

Quiero la templanza, entre adultez y niñez; quiero vivir la vida como si fuera mi último día, pero también hay que pensar en lo que puede pasar... Es difícil, pero se puede lograr.

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